En la mañana del día 5 de agosto —día festivo en todo el territorio insular—, la «Dama del Monte» regresa a su Real Santuario ascendiendo por el Barranco de su nombre.
Previamente, a las seis y a las siete tienen lugar dos solemnes Eucaristías que, a modo de despedida, se le tributan a la sagrada imagen en la parroquia de El Salvador. En este templo matriz ha sido agasajada por todos los municipios y parroquias desde el día de su llegada, hace veinticinco días, el pasado 12 de julio.
La tarde anterior, el 4 de agosto, ya colocada en su dorado sillón de viaje, y cambiada de manto, recorre por última vez en este lustro las principales arterias del centro de la capital palmera. Se conoce este recorrido como la “procesión de la despedida”. Tiene lugar tras la solemne eucaristía-ofrenda de la Corporación Municipal del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, que irá portando el Pendón Real. Una solemne función que –en esta edición lustral- es presidida por el Arzobispo de Oviedo, Monseñor Jesús Sanz Montes.
Desde el pasado 9 de mayo se ha celebrado multitud de actos de todo tipo, llenos de devoción, creatividad, diversión… y con la Subida se dan por concluidas las Fiestas Lustrales de la edición 2015.
A las 08:00 horas se prevé que la venerada imagen salga de la parroquia matriz de El Salvador entre los voladores, repiques de campanas, Marcha Real, aplausos y lágrimas, salvas del Castillo, sirenas de los barcos... Una emotiva estampa que no volverá a repetirse hasta dentro de cinco interminables años. Para los palmeros, sin embargo, será “el año que viene”.
A su salida, se estrena la Primera Loa de Despedida Palmera, ofrenda gentil, del compositor Juan Caballé Cruz. Es interpretada por la Banda Sinfónica de la Universidad de La Laguna, bajo la batuta de Mario González García, y por la Coral Polifónica “Isla de La Palma”, dirigida por José Manuel González Concepción. Tendrá lugar en la Plaza de España ante la «Negrita».
Triunfalmente la Virgen recorrerá la Calle Real, girando en todas y cada una de las esquinas, saludando y despidiendo a su ciudad y recibiendo la veneración de su Pueblo. Nuevamente los mantones de Manila, los damascos, gallardetes y banderas se colocarán en galerías, balconadas, ventanas, alféizares… y desde allí se repetirá el lanzamiento de pétalos de flores frescas ante el paso de las descomunales andas procesionales de la «Señora».
Un momento especialmente emotivo tiene lugar en las Cuatro Esquinas. La Virgen es orientada por última vez hacia Pérez de Brito (Calle Real) y hay una parada de la procesión. Se interpreta entonces el Toque de Silencio por la Banda de Cornetas y Tambores “Gayfa”. Se hace un silencio sepulcral: se “callan” los cohetes, los aplausos, las bandas de música, los vítores… Se oyen a lo lejos los disparos de las veintiuna salvas de ordenanza con los cañones del Castillo de la Virgen. Se trata de un sentido homenaje y rendición de honores a la Patrona de La Palma. Este emotivo acto simboliza su despedida de la ciudad. De esta manera se tiene un recuerdo especial por los que estaban y ya no están. Las emociones acuden a raudales y es muy difícil reprimir las lágrimas.
La procesión asciende dificultosamente por la empinada callejuela de Baltasar Martín donde hay otra parada en la Cruz, en la encrucijada de los Molinos. Aquí también se le tributará a la Virgen una ofrenda poética del ferviente devoto, el vate palmero Miguel Fernández Perdigón. Su declamadora será la actriz Alicia Fernández.
La comitiva sigue subiendo por el camino del Velachero hacia la Urbanización Benahoare. En este lugar de las afueras de la ciudad tiene lugar la despedida oficial de Santa Cruz de La Palma a su Alcaldesa Honoraria y Perpetua. Frente a este sitio se encuentra la Cueva de la Virgen, donde, según la tradición, fue hallada la Sagrada Efigie durante el proceso de Conquista de La Palma por los castellanos en 1492. Multitud de crucecitas colocadas por los senderistas señalan la histórica oquedad, casi sepultada a la vista del transeúnte por la construcción de unas carreteras aledañas. Allí se despiden el Obispo, las autoridades locales, insulares, regionales y nacionales que venían acompañándola. Muchas personas enfermas e impedidas tampoco podrán seguir por el Barranco.
A medio camino, la procesión hace otra parada obligatoria en un nuevo lugar vinculado al culto mariano: la Cueva del Roque. Allí se viene representando desde 1925 una pieza dramática del poeta y dramaturgo palmero José Felipe Hidalgo (1884-1971) sobre la conquista de La Palma y el papel pacificador de la Virgen de las Nieves. Se trata de una representación alegórica del encuentro y fusión de las dos razas, castellana y benahoarita, bajo la tutela de ASIETA (acrónimo de «Alma Santa Inmaculada en Tedote Aparecida»).
Más arriba, en el Barrio de El Roque, tiene lugar la representación del Cuadro Plástico de la Subida de la Virgen. Numerosos “angelitos” dan la bienvenida a Nuestra Señora en el Barranco de su nombre.
Al paso de la procesión por el último tramo del Barranco de las Nieves, tiene lugar el estreno de la Segunda Loa de Despedida: Asieta de los Benahoaritas, del compositor palmero Luis Morera Felipe. Una novedad para esta edición en la que participan numerosos personajes pertrechados para la ocasión.
Tras más de cuatro horas de camino, la imagen de la Virgen llega a la Plaza de las Nieves. Aquí tiene lugar el Recibimiento de la Patrona por el Obispo y el Pueblo y se procede al traspaso de la venerada talla desde sus pesado sillón de viaje de oro a las andas de baldaquino. Se entroniza en su altar trono festivo de plata y, tras el rezo del Angelus, tiene lugar la Eucaristía Pontifical presidida por el Obispo Nivariense, cantada por la Masa Coral de La Palma, con la Ofrenda tradicional del Excmo. Cabildo Insular a la Patrona de los Palmeros.
Entre los aplausos y las lágrimas del gentío, la Virgen vuelve a cruzar el umbral de su templo, para la procesión de Mediodía en torno al Santuario. Comienzan a sonar de nuevo los cañones del Morro de las Nieves y el atronador sonido de los voladores que anuncian que la Negrita está de nuevo fuera de su templo.
A su entrada, se suceden siete Eucaristías-ofrenda de las parroquias de todos los municipios de La Palma. A las diez de la noche, una nueva procesión tiene lugar en torno al Santuario y una nueva ocasión para cumplir las promesas y pedir por los seres queridos.
En los días siguientes continuarán los actos religiosos y las muestras de fervor popular que se repetirán en años sucesivos cada 5 de agosto, hasta que se cumpla un nuevo ciclo lustral y la Virgen regrese a Santa Cruz de La Palma, fiel a su cita con los palmeros.
José Guillermo Rodríguez Escudero
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